Los logos tienen sus inicios desde la prehistoria, ya que las tribus usaban símbolos representativos como método de diferenciación.
En la moda, uno de los primeros logos lo vemos en Louis Vuitton, una marca fundada en 1854. Empezaron fabricando sus icónicos baúles para viaje y, al ir aumentando su popularidad ,otras marcas empezaron a copiarlos, por lo que Louis Vuitton se vio en la necesidad de agregarles su tan famoso monograma y un logo para que así pudieran diferenciarse entre los demás.
Hasta principios de los años 70 las etiquetas con el logo de la marca estaban en el interior de la prenda y la ropa deportiva era la que tenía emblemas pequeños en su exterior. Fue a finales de la década, que el jinete de Ralph Lauren y el cocodrilo de Lacoste salen de las canchas deportivas para introducirse en las calles, por lo que es así como los logos pasan del interior de las prendas al exterior. Todo con un propósito: que la gente pudiera saber cuánto había costado esa prenda o accesorio que llevabas.
En 1980 se desató una cultura yuppie, término que se deriva de young urban professionals, el cual se refería a jóvenes que trabajaban arduamente para obtener prestigio, lujo, fama, poder y estatus, de lo que presumían a través del uso de prendas que llevaban logos de marcas prestigiadas y reconocidas. La moda -en ese entonces- consistía en enseñarle al mundo cuánto dinero tenías. Por ello, los años 80 se caracterizaron por ser una época de excesos en todos los sentidos: mucha diversión, mucho maquillaje, mucho dinero y, también, muchos logos.
La logomanía llegó como una antítesis del movimiento hippie de los años 70´s, con la cual se incorpora un ostentoso estilo de vida. Las marcas vendían una imagen, no importaba tanto el diseño de la prenda, puesto que si tenía un gran logo, entonces estaba perfecta, por lo que la gente quería incorporar estos logos en todos lados: los quieran llevar en el pecho, en los pies, en el cinturón, en la cabeza o en la muñeca.
Tanta era la necesidad de enseñarle a los demás cuánto se estaba dispuesto a pagar por alguna prenda con un logo, que -incluso- el acto de conservar la etiqueta del precio en la ropa era considerado un símbolo de estatus.
“Gradualmente, el logo pasó de ser una afectación ostentosa para convertirse en un accesorio esencial de la moda” escribió Naomi Klein en su libro No Logo.
Durante los años 90 esta tendencia pasó a ser más minimalista, ya que la gente empezó a abusar tanto de los logos y comenzó a combinarlos con prendas más informales de las grandes marcas y cadenas, que terminó por perjudicar la imagen de las marcas. Incluso, ya en los años 90´s estas ostentaciones del lujo y el querer mostrar a como diera lugar la marca de tu ropa y tus accesorios, llegó a considerarse como una tendencia de “mal gusto”.
Hoy vemos resurgir la logomanía, pero de una manera menos ostentosa, en la que ya no necesariamente se busca demostrar estatus o éxito con su uso. El diseño es lo que buscamos hoy, pero si trae la implementación de un logo mejor, porque éste implica una vinculación estética y emocional con la marca. Las marcas hoy nos venden no sólo su logo como un sinónimo de éxito, sino que nos venden una cultura que va acorde a su marca. Ya no solo son prendas o accesorios, es un estilo de vida del que todos queremos ser parte.
La logomanía es una tendencia que, sin duda, grita “más es más”.
¿Te atreves a usar esta opulenta tendencia?
xx, G
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